Son muy pocos los ingenieros de sonido que se han atrevido a profundizar en la física acústica. Muchos de nosotros encontramos en la música su parte artística, su rendimiento teatral y su fuerza mucho más atractivos que la potencia que existe tras una bobina de un altavoz sonando. Lo que empieza como una búsqueda artística suele convertirse en una obra altamente técnica, lo que nos obliga a pensar que "la ciencia es como una segunda lengua". Es precisamente aquí donde este libro entra en juego.