Todo empezó cuando Nellie, quien se creía la líder de la pandilla, nos ordenó seguirla a la taquería. Sabino tenía que poner una cara que hiciera suceder el milagro de que alguien nos regalara los Sagrados Tacos del día.
Yo tenía que hacer bulto, distraer, crear confusión. Pero la cabezona de Nellie decidió tomar el teléfono de uno de los clientes, que resultó ser un miembro de los Secretos.