Una familia norteamericana se instala a vivir en un antiguo castillo en Inglaterra. Al poco tiempo, la tranquilidad de la noche se ve trastocada por extraños ruidos: arrastrar de cadenas oxidadas y pasos en medio de la peor de las tormentas. Los Otis adquirieron la mansión a pesar de la advertencia de que esta era habitada por El Fantasma de Canterville, que durante siglos había sembrado terror y muerte entre sus habitantes.