Tener miedo a las arañas, a los fantasmas o a la oscuridad podría ser común para mucha gente, pero... ¿es posible tener miedo a la memoria? Esta es la pregunta que se plantea Antonia, la protagonista de esta historia, mientras camina junto a su amigo H rumbo a la escuela. Es la duda que flota en su cabeza mientras recorre los colores de un mapamundi interminable y las palabras de un diccionario manchado con helado de chocolate. Este es un tierno y divertido viaje a la amistad, a las maripositas en el estómago, pero, por sobre todo, este es un viaje conmovedor a la memoria.