El suicidio de Hitler, el 30 de abril de 1945, inició una reacción en cadena entre los altos cargos nazis. Muchos de los más cercanos colaboradores del Führer siguieron su ejemplo y eligieron la muerte; el primero de ellos, Goebbels, con toda su familia. Se estima que en 1945 al menos doscientos líderes nazis se suicidaron para evitar ser capturados por los soviéticos, eludir el castigo de los Aliados o por negarse a aceptar la caída del Tercer Reich.