Los volcanes constituyen poderosos atractivos de la naturaleza y siempre han impresionado al hombre, pues producen a la vez admiración y temor por su grandeza y los desastres que ocasionan. Una vez que han concluido sus manifestaciones de actividad, pueden dejarnos como recuerdo, bellas formaciones lacustres, manantiales, géiseres... cascadas y hermosos paisajes de montaña, plenos de verdor o de inmaculada blancura.
La conducta de los seres humanos, individualmente o en grupos, algunas veces se asemeja a la actividad destructora y al apaciguamiento posterior de los volcanes.