Cuando Leopoldo, Juan Miguel y Pedro me hicieron el honor de invitarme a redactar el presente prólogo, acepté entusiasmado porque en México requerimos de cientos de Leopoldos, Juan Migueles y Pedros que lleven a cabo trabajos monumentales de divulgación como el que actualmente tienen en sus manos. Estoy convencido de que para redactar la inmensa obra escrita por ellos son indispensables los siguientes ingredientes para alcanzar el éxito que han conquistado.