Durante la ocupación alemana de París, hubo gente que vivió como si la ciudad fuera una fiesta. Entre ella, mujeres codiciosas y exóticas que sin escrúpulos, disfrutaron de una vida glamorosa a costa del dinero, la libertad e incluso la vida de otros. En realidad, participaron de un mundo de tráficos y complicidades sustentando en la cobardía de los hombres del lugar y los favores del ocupante. La mayoría de esas historias termino en pesadilla.