Una mañana de septiembre del año 480 a.C., las aguas que separan la isla de Salamina de Grecia fueron escenario de una de las batalla navales más trascendentales de todos los tiempos.
Se enfrentaban las dos civilizaciones más poderosas de la época: los persas, liderados por Jerjes, se habían propuesto invadir Grecia.