A inicios de 1910, los crímenes de Santanón y su cuadrilla representaban una afrenta para el gobierno porfirista, Salvador Díaz Mirón, el poeta y aspirante político, se ofrece para subsanar la honorabilidad del régimen.
Sin embargo, los intereses políticos y personales de terceros obstaculizan su objetivo. A través de periódicos, correspondencias, telegramas y memorias.