La llegada de un hijo es un acontecimiento lleno de alegría, pero también una auténtica revolución. Los futuros padres experimentan una serie de cambios individuales y de pareja, que a partir de ahora ya no será sólo “pareja de amor”, sino también “pareja parental”. Esta transformación radical conducirá al establecimiento de nuevas dinámicas y a la creación de un nuevo equilibrio.