Verena Kast, a partir de su amplia experiencia psicoterapéutica, nos enseña que en el proceso del desprenderse de los hijos está una vivencia específicamente humana: el dolor psíquico de la pérdida.
Hay que tomar en serio este afecto profundo, perturbador y enigmático y atravesarlo como un duelo consciente, asumido como un verdadero trabajo.