La herencia que dejamos a nuestros hijos consiente en una infancia feliz; palabras bellas que iluminan su corazón; manos extendidas con el animo de ayudar en sus momentos críticos; comprensión que nunca encontrarían en otro lugar; valores que fortifiquen su salud; el desarrollo de su talento y felicidad; practicas de convivencia sana; cariño sin condicione; confianza, fe y esperanza; responsabilidad, y crecimiento compartido con todo el espíritu de lo que es humano.