En la relación con nuestros hijos e hijas, ponemos a prueba nuestra capacidad para escuchar, dar apoyo, tener paciencia o mantener el control. Pero sobre todo asumimos el reto de aceptar que los niños son seres independientes que no han venido al mundo para hacernos felices, complacernos o enorgullecernos, sino que necesitan que los acompañemos en el aprendizaje de las emociones, los límites, las frustraciones y un largo etcétera que constituye el eje central del que se ocupa este extraordinario libro.