La segunda revolución digital -caracterizada por la preeminencia de internet, las redes sociales y la telefonía móvil- y la sociedad hipermoderna -caracterizada por el exceso y por la asfixia del consumo- han consolidado al unísono una era postfotográfica.
En ella habitamos la imagen y la imagen nos habita. La postfotografía nos confronta al reto de la gestión social y política de una nueva realidad hecha de imágenes.