La intolerancia religiosa en Europa, durante el siglo XVIII, cobró muchas víctimas, entre ellas Jean Calas, un modesto comerciante francés que profesaba la religión protestante, quien fue erróneamente acusado y juzgado por asesinar a su hijo en 1762. La sentencia fue morir en la rueda, un brutal instrumento que desmembraba a los condenados.