En la Viena posterior a la Primera Guerra Mundial se produjo una rara y feliz coincidencia: un grupo de mentes excepcionalmente brillantes se unieron para averiguar cuánto de verdad o falsedad había en las ideas que sustentaban desde la Antigüedad las matemáticas, la física y la filosofía. Inspirados por la teoría de la relatividad de Albert Einstein y las ideas de Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, estos jóvenes intelectuales compartían el sueño de desarrollar y difundir una visión del mundo totalmente basada en la ciencia, libre de jerga y metafísica vacía.