El pensamiento contemporáneo emerge de una condición primordial: la posibilidad de formular una interrogación sobre la naturaleza, el sentido y la expresión del propio pensamiento, de sus condiciones, alcances y finitud; de su realización constitutiva en la fuerza de las secuelas potenciales de su acción, impulsos y realización en la trama de los vínculos, en la conformación de las colectividades.