¿Quién no se ha sentido alguna vez conmovido, turbado, exaltado, hechizado o arrebatado por las emociones y los sentimientos que despierta y desata la música?
Desde la noche de los tiempos, viene atribuyéndose al arte de las musas toda suerte de propiedades que pueden alterar o condicionar el estado de ánimo e incluso la conciencia de sus oyentes.