El reino de Cornucopia era el más feliz del mundo. Tenía oro en abundancia, un rey con unos bigotes magníficos y un montón de carniceros, reposteros y queseros cuyos exquisitos productos hacían que la gente bailara de júbilo cuando los comía. Todo era perfecto, excepto Los Pantanos, la región del norte donde, según la leyenda, vivía el terrorífico ickabog.