«El fantasma del niño nos aterra. Nos susurra, con su cuerpecito pálido bajo la luz de la luna, que él ha muerto a deshora y que, por tanto, tampoco existe la certeza de un mañana para nosotros».
Un niño que camina, pálido, por una carretera solitaria? Una figura de pequeña estatura que juega en el largo pasillo de un hotel? Un bebé que se aparece llorando a las puertas de un cementerio en el bosque.