"No había cumplido los doce años cuando sentí el deseo de ser misionera". Con estas palabras, la Madre Teresa definía su temprana vocación, aquella que la impulso a ingresar a la pequeña congregación de las hijas de María, en Albania, siendo todavía una niña. Pocos años pasaron hasta que termino el noviciado en la casa general de las hermanas de nuestra señora de Loreto, en Irlanda, y partió hacia la india.