Acerca del Diablo se han escrito centenares de volúmenes. Y yo no habría tenido la osadía de escribir uno más, si no estuviese seguro de que el mío es distinto de todos. Distinto en la intención, en el espíritu y cuando menos en parte, en el método y contenido.
Creo poder afirmar -para decir lo esencial en este preámbulo- que este es el primer libro escrito sobre el Diablo por un cristiano, conforme al más profundo sentido del cristianismo.