Desde que Wilkins tradujo en 1785 el Bhagavad Gita o "Canto del Señor" que es uno de los Mahabharata, quedaron sorprendidos los literatos europeos por aquella revelación del nuevo mundo que se habría a los ojos de la crítica, por aquel inopinado descubrimiento de un nuevo y vastísimo campo en el que tenían sus originarias raíces las ciencias, artes, letras, religiones y filosofías, las civilizaciones, en suma, de los países de Occidente. Sin duda alguna que el Bhagavad Gita ha sido, es y será, en la India, la obra más leída, comentada y aplaudida de cuantas constituyen su riquísima literatura sagrada. De su valor filosófico daremos pálido vislumbre al decir que lo aceptan ortodoxamente y en él beben, como en cristalina fuente de verdad, todas las escuelas y sectas religiosas que al amparo de la nobilísima virtud de tolerancia florecen en Oriente cual ramas de un común tronco que con igual actividad por todas ellas distribuye su savia.