Los nueve relatos de este singular tratado ofrecen al lector la posibilidad de satisfacer uno de los placeres más exquisitos, más ordinarios y menos confesables que afligen al ser humano: el de contemplar todos los rincones de la vida ajena por una ranura impune. Frente a nuestros ojos se despliega una galería de estampas turbadoras, de situaciones y diálogos que despiertan la inquietud o la risa, la piedad, la envidia o el espanto.