Juhee Mun nunca se imaginó que las cartas escritas a mano pudieran tener cabida en un mundo digital marcado por la prisa y la inmediatez.
Pero cuando decoró su oficina de Seúl con notas manuscritas, su iniciativa gustó tanto que decidió transformar aquel espacio en una tienda de cartas, a la que llamó Geulwoll, que en coreano significa «carta».