En plena Guerra Fría, la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética alcanzaba su punto álgido.
Ambas potencias buscaban demostrar su superioridad tecnológica y científica, y en este contexto, los animales jugaron un papel crucial. Laika, una perra callejera de Moscú, fue seleccionada por su resistencia y temperamento tranquilo.