Que Donald Trump es un imbécil es cosa bien sabida, incluso por sus más devotos admiradores, quienes, de hecho, lo admiran justamente por ello. Pero ¿qué clase de imbécil es, y cuán peligrosas son su bufonería y majadería? Responder a estas preguntas es hoy un problema metafísico de primer orden y una urgencia existencial no sólo para los Estados Unidos sino para el mundo entero.