A partir de la publicación en 1996 de el arte de la fuga, la obre ensayística de Sergio Pitol se transformó en una galería de imágenes que a la manera de los grandes vitrales góticos, revela en la suma de sus fragmentos el relato de una vocación, paciente acopio de fronteras que afianzan un estilo. Inventario de intuiciones y reminiscencias, de manías y fobias, este libro es el testimonio de una vida repartida y narrada desde la literatura, los rasgos que configuran el itinerario de un lector.