Somos seres inteligentes en un punto minúsculo de un universo imposible de conocer e imaginar, pues la luz tarda casi 100.000 millones de años en atravesar su diámetro. ¿Cómo surgió semejante inmensidad? ¿Cómo aparecieron y se diversificaron los seres vivos? ¿Cómo y dónde empezaron su andadura los primeros humanos? Antes de Darwin y Voltaire, de Marx y Nietzsche, todas las respuestas contemplaban la intervención divina.