Kim puede leerse como una novela juvenil, picaresca o de espionaje, aunque para muchos, el gran mérito de este relato radica en que Rudyard Kipling construyó una parábola sobre las relaciones entre oriente y occidente. Las aventuras de un huérfano –hijo de un soldado irlandés- que crece en las calles de Lahore, hasta su encuentro con una lama, ilustran la relación de dos mundos que, aunque muy alejados entre sí, pueden cooperar para alcanzar juntos el éxito.