Por medio del estudio comparado de distintas fuentes desde la datación de restos funerarios, cráneos y artefactos antiguos, hasta estudios de imágenes cerebrales, primatología y desarrollo infantil, Edwin Fuller Torrey reúne pruebas de que la aparición de los dioses fue una consecuencia incidental de varios factores evolutivos y describe cómo las nuevas capacidades cognitivas dieron lugar a nuevos comportamientos que desembocaron, por una parte, en la conceptualización y creación de los dioses, y por otra, en la creación de sociedades y de religiones organizadas.