En los años veinte la tecnología existente hizo pensar, para agilizar las labores de registro de operaciones en la contabilidad, en el empleo de los diarios tabulares, que si bien fueron un adelanto con respecto al diario continental, mantenían con retraso los registros en el libro Mayor, hasta que se hacía la concentración de las operaciones. Más adelante, en los años treinta se comenzaron a utilizar las propiamente llamadas máquinas de contabilidad, ya sea que se movieran por impulso humano o por impulsos mecánicos o electromecánicos.