Desde el gran apagón eléctrico de 1992, Colombia ha estado bajo la constante amenaza de sufrir nuevos cortes.
Prevenir esa posibilidad, los distintos gobiernos han emprendido una extensa serie de reformas que, al cabo de un cuarto de siglo, han revelado ser ineficaces. Analistas coinciden en que tenemos un sector eléctrico anacrónico, disfuncional, poco transparente y costoso.