Casi un siglo antes de que Mondrian popularizase sus líneas geométricas rojas, amarillas y azules, Oliver Byrne utilizó ese mismo esquema cromático para su edición de 1847 del tratado matemático y geométrico de Euclides, Elementos. La idea de Byrne era usar el color para facilitar el aprendizaje y "difundir un conocimiento permanente". El resultado se ha descrito como uno de los libros más excepcionales y bellos del siglo XIX.