Años atrás, nos encontrábamos con academias que ofrecían cursos de diseño «por ordenador». La oferta era absurda y, desde luego, muy poco prometedora. Lo mismo que ser un virtuoso con las tijeras no le convierte a uno en un diseñador de moda, la computadora es sencillamente una herramienta que llegó para quedarse; pero cuyo dominio no garantiza, en lo más mínimo, nuestra competencia como diseñadores.