Educar nuestra sexualidad es educarnos para la tolerancia, para la convivencia y para la solidaridad. Es cultivar nuestra inteligencia, procurarnos higiene mental y física, descubrir y desarrollar valores. Si bien la educación de una persona es un proceso que comienza desde la concepción y termina con la muerte, la adolescencia es una hora oportuna, casi decisiva para replantear ideas, costumbres y valores.