La filosofía de la criminalística no es sólo aplicar los conocimientos filosóficos en el cuerpo teórico de la criminalística, sino establecer una identidad propia (que buena falta hacía); generar una directriz científica y epistemológica, romper con los paradigmas antiquísimos desde la crítica, problematizar su aparente objeto de estudio, generar conocimientos generales aplicables a su operatividad, disertar sobre sus contenidos temáticos, criticar y resolver la doctrina, apartarnos del dogma anticrítico, antianalítico y vulgarizado por la subjetividad y ausencia de seriedad teórica; es solventar la carencia argumentativa con la que se contaba, es posicionar a la criminalística como un conocimiento científico que asiste de manera objetiva a otras entidades, es emanciparla de los autores que pormenorizan sus pretensiones teóricas, es crear una criminalística científica con fuertes argumentos que ejecuten objetivamente sus mecanismos teórico-aplicativos para dirimir cuando sea necesario, es intelectualizar la menoscabada actuación artesanal con la que se le apreciaba, es profundizar en lo más sustancial y básico del conocimiento para emerger y evolucionar, es salir del espiral y del miasma conceptual, es conflictuar el pasado para renovarse desde las ruinas y erigir un conocimiento fresco, objetivo, argumentativo, real, científico, verdadero, epistemológico, analítico, hipotético-deductivo, permitiendo en el orador mejores y finas elucubraciones cuando se asistan de ella, es ofrecerle al catedrático un discurso alejado de la sofística, es, en una expresión: deconstruir la criminalística.