Cualquier aspiración seria de justicia debe contar con herramientas jurídicas que concreten la esencia de ese cometido. La ausencia de instrumentos legales o su falta de idoneidad impide avanzar más allá del discurso dogmático y mantiene sólo un muy alto nivel de abstracción que no permite descender a una justicia cotidiana, que es la que importa al común de la ciudadanía, tornando ilusoria aquella primera intención.