La falta de capacidad de ejercicio no es una limitante para que una persona tenga seguridad de que sus intereses están salvaguardados, de ahí la importancia de la figura jurídica de la tutela, ya que, si bien es cierto que su participación por sí mismos se encuentra restringida en determinados actos, al momento de decretar quién habrá de representarlos como tutor o curador debe haber certeza de que sus intereses estarán amparados bajo lo descrito en nuestro sistema normativo.