El estudio y ejercicio del derecho exige actualizar permanentemente los conocimientos, porque ambas actividades son dinámicas y ponen en juego diversas capacidades, como estudiar, pensar, trabajar, tolerar, ser paciente, tener fe en la justicia y olvidar tanto los triunfos como las derrotas, en pocas palabras, a mar la profesión, conceptos perennes en los códigos de ética de los abogados.