El control del delito está en crisis, no solamente se han incrementado los niveles de delito, sino que éste se considera cada vez más como un aspecto normal del sistema económico y social, en lugar de verse como una disrupción o desviación. Los borrosos límites entre lo delictivo y lo legal se hacen evidentes en una gran variedad de áreas: desde las actividades de las corporaciones multinacionales, hasta la vida de las barriadas pobres, marginadas y populosas de las ciudades.