Durante muchos años la aplicación de la criminalística dentro de la república mexicana se ha encontrado en diversas situaciones que parecen limitar e ignorar la importancia que maneja esta ciencia dentro del sistema de justicia penal, sin embargo, actualmente bajo los estándares de calidad que propone el nuevo sistema de justicia penal (en su modalidad de investigación de los delitos), más que nunca resulta necesaria la reestructuración de todos los conocimientos de antaño, con la valoración de los cimientos que nos han aportado, para después verificar cuáles de ellos siguen siendo aplicables a la realidad que se nos presenta, hacer una selección de estos temas y, a partir de las opciones elegidas, adaptar, modificar e incluir las “nuevas” realidades que se nos presentan y por las cuales resulta necesaria la transformación de la investigación criminalística enfocada a la comprobación técnica-científica de los probables hechos delictivos que se investigan, sean delitos menores o de gran impacto social. Como sabemos, la médula espinal de la criminalística de campo es la búsqueda metódica y meticulosa de todos los elementos indiciarios que se encuentren posicionados en las diversas zonas que componen cualquier escenario de investigación, ya que al ser estos materiales sensibles significativos los testigos mudos de los hechos presuntamente delictivos que se están investigando, el deber del estudio criminalístico es darle voz a todos estos testigos; por lo tanto, la finalidad que persigue la criminalística de campo, cuando ya se han obtenido todos los indicios correspondientes del escenario, es lograr una posterior reconstrucción del hecho que se acerque a la realidad de la verdad histórica.