Keawe es un joven hawaiano que siente la necesidad de conocer otras tierras, por lo que se dirige a San Francisco.
Allí descubre una casa hermosa cuyo dueño parece algo triste y asustado. Al entablar conversación con él y preguntarle el motivo de su tristeza, el anciano le enseña una botella de vidrio, con un contenido blanco, lechoso.