El sabor es mucho más que la mera dicotomía entre lo que está rico y lo que no. Es sensación, es química, es emoción, es arte. Por eso no hace falta tener un laboratorio ni una cocina profesional, ni siquiera conocimientos científicos, para sacar provecho de la ciencia del sabor: basta con entender cómo funciona. Ese es el camino más corto para llegar a cocinar con la creatividad, la seguridad y la flexibilidad de un chef de talla mundial.