La arqueología de finales del siglo XX ha cambiado la visión romántica que se tenía del arqueólogo, al que se equiparaba con un buscador de tesoros. Los instrumentos de trabajo del investigador actual incluyen aparatos muy complejos que descubren lo que está bajo la superficie de la Tierra; los arqueólogos integran equipos de trabajo que planifican eficientemente las excavaciones, de modo que la labor de desenterrar tesoros es hoy una práctica minuciosa ejecutada por grupos interdisciplinarios.