Para Verne, el planeta donde habita el hombre es ya sólo una cara del infierno, y su inevitable destino es el Apocalipsis.
En los parajes donde Dios no existe, la sociedad se organiza en amos y esclavos, en opresores y víctimas, y la única redención posible son los cataclismos. El Eterno Adán refiere los pormenores de esa hecatombe.