Morrisey es, quizá, el mayor ícono pop de su generación, un título nobiliario que, como él mismo constata, lleva varias cruces a cuestas. Las discográficas lo han engañado. Varios colegas lo han estafado. Algunos medios lo han difamado. Viejos amigos lo han traicionado… Ahora, en la cúspide de la fama, cuando sus álbumes alcanzan los primeros puestos en las listas de todo el mundo y los músicos más ilustres interpretan sus temas, Morrissey y declara que los derechos de los animales, la poesía y su propia intimidad son los únicos valores que defiende.