Anteriores a las casas, los partes constituyen una de las herramientas más antiguas de la astrología clásica occidental.
La Fortuna y el Espíritu, los partes de la Luna y del Sol, se destacaron con relación a los demás partes, hasta el punto de alcanzar la misma relevancia que el Ascendente, el Sol y la Luna. Pero el Parte de la Fortuna incluso tenía una pequeña prioridad respecto del Parte del Espíritu.