Sirviéndose de un acercamiento al muralismo mexicano, en concreto a la obra de Rivera, Orozco y Siqueiros, Subirats explora las interpretaciones estadounidenses y europeas del arte, que obviamente son hegemónicas y sitúan en una posición disminuida, de desventaja, al muralismo mexicano, al intentar entenderlo y estudiarlo según criterios ajenos a nuestra cultura, lo cual anula su particularidad histórica, ante la ausencia de un horizonte teórico autónomo, específico y propio, además de la inexistencia de una conciencia crítica.